Monday, June 11, 2012

Importancia de la calidad del agua producida en La Sierra

Por Dr. Santiago W. Bueno, Ph.D.
El ciclo hidrológico comprende la transición de las aguas por los océanos, lagos, ríos y suelos y nosotros los humanos necesitamos que este ciclo siga proveyendo agua suficiente y de buena calidad para mantener una calidad de vida aceptable. Sin embargo, la situación del recurso agua en el mundo es cada día más preocupante. A través de la prensa nos enteramos, de catástrofes causadas por demasiado agua, poca agua o agua contaminada. El país y la región no son ajenos a estas catástrofes.
          Muchas naciones del mundo han entendido la importancia que tiene el agua, y  la han tomado muy en serio al momento de planificar el desarrollo a largo plazo de sus países, sus grandes ciudades y pequeñas comunidades. En 1986 el Profesor  Werner Stumm dijo que el “agua es el requisito más esencial que la naturaleza provee para sostener la vida de plantas, animales y humanos. La cantidad total de agua fresca en la tierra podría satisfacer todas las necesidades de la población humana si estuviera distribuida equitativamente y fuera accesible”. Hoy día se hace necesario proteger los ecosistemas hidrológicos  debido a que su calidad está siendo gravemente afectada por el desarrollo cultural y nuestra civilización. No solo debemos pensar en términos de los efectos inmediatos a los humanos que toman el agua sino también en los peligros impuestos en el agua como sistema de soporte de vida de una red compleja de organismos acuáticos y ciclos biogeoquímicos.
Con el termino calidad de agua se hace referencia a la composición del agua en la medida en que esta es afectada por la concentración de sustancias toxicas, producidas por procesos naturales o antropogénicos. Los estándares sobre calidad de agua variarán dependiendo de si se trata de agua para consumo humano, para uso agrícola o industrial, para recreación, para mantener la calidad ambiental, etc.
            La calidad de las aguas de los acueductos de las ciudades de Santiago, Mao, Moca y otras comunidades en gran parte del valle del Cibao, depende en gran medida del uso de suelo bajo el que se encuentran las cuencas altas y medias de los ríos y arroyos que suplen esos acueductos.  Las cuencas y micro cuencas mencionadas arriba ocurren en su mayoría en la región conocida como La Sierra. Casi todas tienen gran parte de su cuenca alta dentro de los límites del Parque Nacional J.A. Bermúdez. Al salir del parque, los suelos inmediatos a los cursos de ríos y arroyos se encuentran sometidos a diferentes tipos de uso, los cuales contaminan en menor o mayor grado el agua que transcurre por ellos hasta llegar a los depósitos (presas) de los acueductos que suplen de agua a gran parte del Valle del Cibao. En esta región, los desperdicios de la actividad humana y económica entran al sistema fluvial, donde mayor y severo es el impacto negativo.
            El hecho de que más de 2 millones de habitantes son servidos por las aguas que provienen de las microcuencas serranas, convierte en prioritaria la necesidad de mantener un monitoreo constante de las mismas así como la identificación de los factores principales que inciden en su deterioro o preservación. Uno de estos factores es el uso de suelo bajo el que se encuentran las partes altas y medias de las microcuencas. Se intuye que los bosques contribuyen con el mantenimiento de una alta calidad del agua. Esto lo logran a través de minimizar la erosión del suelo en el sitio, y por medio de trampas o filtrado de otros contaminantes del agua.
Por otra parte, un suelo dedicado a la producción agrícola, cultivos perennes, pastos, café; en los terrenos escarpados que caracterizan las cuencas de los ríos contribuyen con la contaminación y deterioro de la calidad de las aguas, debido a que estos últimos necesitan para mantenerse productivos,  la aplicación de químicos y fertilizantes, siendo sus residuos lixiviados y transportados hasta las fuentes de agua de las microcuencas y cuencas que alimentan los acueductos que proveen de agua a las comunidades en los valles.
            Una mayor cobertura de bosques latifoliados y húmedos se reflejaría en una mayor calidad de agua, con menos contaminantes; mientras que la presencia de agricultura, café y pastos, debido al uso indiscriminado de pesticidas y alto potencial de erosión en este tipo de uso de suelos, la disminuiría.
Los consumidores de las aguas serranas podrían beneficiarse si se identifican cuales fuentes de agua presentan niveles de contaminación críticos e inapropiados, y se toman medidas correctivas para controlar las causas que provocan esa contaminación. El agua es única, su cantidad es fija y sin ella no hay vida (Eugen, 1999).
            La medición de la calidad de agua serrana, es una estrategia factible para enfrentar la contaminación y posibilitaría un análisis minucioso de la situación que enfrentan las ciudades del valle. Las medidas correctivas una vez identificado el problema, garantizarían una oferta segura de agua para consumo humano tanto en cantidad como en calidad.

La producción actual de casabe no es amigable al medio ambiente.

Por S. W. Bueno-Lopez
El casabe es un producto de gran impacto socioeconómico en la República Dominicana, debido a que un considerable número de familias obtiene su sustento diario con la producción de yuca amarga, el procesamiento, la industrialización y la venta del casabe. Asimismo, su venta en los mercados del exterior genera divisas a favor de la balanza de pagos del país. Sin embargo, cuando se considera su efecto en el medio ambiente, tanto la producción de yuca amarga como el proceso de industrialización en la mayoría de los casos, causan gran deterioro en los suelos donde se cultiva la primera y en los bosques rivereños que es de donde proceden la gran mayoría de la madera utilizada como combustible para los hornos productores.
Consideremos las procesadoras de casabe en la carretera Santiago-San José de las Matas. En los últimos 10 años estas se han multiplicado debido al aumento del tráfico por la carretera Santiago-San José de las Matas y las mejoras del casabe serrano. Sin embargo, la gran mayoría de la yuca es producida en zonas de altas pendientes, son suelos frágiles y donde no se aplican las medidas de conservación necesarias para evitar la erosión ni que los sedimentos alcancen los proyectos hidroeléctricos de alta inversión que se han levantado en la región.
Otra preocupación radica en la forma en que se procesa la yuca amarga.  Como todos los miembros de las euforbiáceas, la planta de yuca produce una sabia que contiene el glucósido cianogénico que es venenoso al ser humano y los animales, por lo que se deben tomar medidas extremas de seguridad durante el proceso de su preparación en la industria del casabe. Este proceso no se realiza de forma adecuada y los humanos y animales quedan expuestos a la ingestión crónica de pequeñas dosis de tóxicos que, durante meses o años lesionarán al sistema nervioso central y al sistema nervioso periférico. Es casi seguro que no se utilizaban guantes impermeables durante el manejo, los trabajadores no se lavan adecuadamente al terminar su faena y las aguas residuales tóxicas se esparcen sin ningún control.
Todo el que transita por esta carretera puede observar las grandes cantidades de leña de diversas especies, incluyendo especies maderables preciosas listas para alimentar los hornos de fabricación. A saber, no se conoce de la existencia de fincas energéticas en la región que puedan ser las suplidoras de esta gran cantidad de madera. Cientos de metros cúbicos son consumidos semanalmente en la producción de casabe. Si consideramos que las especies de mayor crecimiento en la región lo que producen en promedio es 12 metros cúbicos por hectárea cada año, entonces debemos asumir que los bosques están siendo depredados de forma alarmante y con mucha falta de racionalidad.
Las autoridades de Medio Ambiente no parecen haber notado este proceso o lo han inadvertido con conocimiento de causa. Muchas familias dominicanos dependen de esta industria pero de la manera que se está procediendo no se prevé sostenibilidad para la industria misma ni para los recursos naturales que la sostienen. El país tiene zonas potenciales para la producción de yuca, como materia prima principal para la elaboración de casabe, pero no existe un protocolo para identificar estas zonas y un reglamento que limite la producción de esta en terrenos marginales. Desde finales de la década de los 70 se viene trabajando en el rescate de las zonas boscosas de las regiones críticas del país. Parece que hemos vuelto a desandar este arduo camino. La producción de madera para combustible debe regularizarse mediante la creación de las fincas energéticas que se plantearon hace más de tres décadas y alas que no se le dio continuidad.
Si la industria del casabe es buena en los aspectos sociales y económicos, debemos buscar la manera de que también sea amigable al medio ambiente, creando una fuente sostenible de madera mediante la creación de fincas energéticas, y haciendo eficiente el uso de los combustibles para los hornos. Las plantas leñosas son un recurso renovable pero deben ser manejadas de forma eficaz. Debemos reducir además la incidencia devastadora de la producción de yuca amarga en el suelo y su subsecuente efecto en detrimento de los sistemas fluviales, localizando suelos capaces de soportar el manejo intensivo requerido, e incorporando medidas para conservar este valioso recurso.