Por Dr. Santiago W. Bueno, Ph.D.
El ciclo hidrológico comprende la transición de las aguas por los océanos, lagos, ríos y suelos y nosotros los humanos necesitamos que este ciclo siga proveyendo agua suficiente y de buena calidad para mantener una calidad de vida aceptable. Sin embargo, la situación del recurso agua en el mundo es cada día más preocupante. A través de la prensa nos enteramos, de catástrofes causadas por demasiado agua, poca agua o agua contaminada. El país y la región no son ajenos a estas catástrofes.
Muchas naciones del mundo han entendido la importancia que tiene el agua, y la han tomado muy en serio al momento de planificar el desarrollo a largo plazo de sus países, sus grandes ciudades y pequeñas comunidades. En 1986 el Profesor Werner Stumm dijo que el “agua es el requisito más esencial que la naturaleza provee para sostener la vida de plantas, animales y humanos. La cantidad total de agua fresca en la tierra podría satisfacer todas las necesidades de la población humana si estuviera distribuida equitativamente y fuera accesible”. Hoy día se hace necesario proteger los ecosistemas hidrológicos debido a que su calidad está siendo gravemente afectada por el desarrollo cultural y nuestra civilización. No solo debemos pensar en términos de los efectos inmediatos a los humanos que toman el agua sino también en los peligros impuestos en el agua como sistema de soporte de vida de una red compleja de organismos acuáticos y ciclos biogeoquímicos.
Con el termino calidad de agua se hace referencia a la composición del agua en la medida en que esta es afectada por la concentración de sustancias toxicas, producidas por procesos naturales o antropogénicos. Los estándares sobre calidad de agua variarán dependiendo de si se trata de agua para consumo humano, para uso agrícola o industrial, para recreación, para mantener la calidad ambiental, etc.
La calidad de las aguas de los acueductos de las ciudades de Santiago, Mao, Moca y otras comunidades en gran parte del valle del Cibao, depende en gran medida del uso de suelo bajo el que se encuentran las cuencas altas y medias de los ríos y arroyos que suplen esos acueductos. Las cuencas y micro cuencas mencionadas arriba ocurren en su mayoría en la región conocida como La Sierra. Casi todas tienen gran parte de su cuenca alta dentro de los límites del Parque Nacional J.A. Bermúdez. Al salir del parque, los suelos inmediatos a los cursos de ríos y arroyos se encuentran sometidos a diferentes tipos de uso, los cuales contaminan en menor o mayor grado el agua que transcurre por ellos hasta llegar a los depósitos (presas) de los acueductos que suplen de agua a gran parte del Valle del Cibao. En esta región, los desperdicios de la actividad humana y económica entran al sistema fluvial, donde mayor y severo es el impacto negativo.
El hecho de que más de 2 millones de habitantes son servidos por las aguas que provienen de las microcuencas serranas, convierte en prioritaria la necesidad de mantener un monitoreo constante de las mismas así como la identificación de los factores principales que inciden en su deterioro o preservación. Uno de estos factores es el uso de suelo bajo el que se encuentran las partes altas y medias de las microcuencas. Se intuye que los bosques contribuyen con el mantenimiento de una alta calidad del agua. Esto lo logran a través de minimizar la erosión del suelo en el sitio, y por medio de trampas o filtrado de otros contaminantes del agua.
Por otra parte, un suelo dedicado a la producción agrícola, cultivos perennes, pastos, café; en los terrenos escarpados que caracterizan las cuencas de los ríos contribuyen con la contaminación y deterioro de la calidad de las aguas, debido a que estos últimos necesitan para mantenerse productivos, la aplicación de químicos y fertilizantes, siendo sus residuos lixiviados y transportados hasta las fuentes de agua de las microcuencas y cuencas que alimentan los acueductos que proveen de agua a las comunidades en los valles.
Una mayor cobertura de bosques latifoliados y húmedos se reflejaría en una mayor calidad de agua, con menos contaminantes; mientras que la presencia de agricultura, café y pastos, debido al uso indiscriminado de pesticidas y alto potencial de erosión en este tipo de uso de suelos, la disminuiría.
Los consumidores de las aguas serranas podrían beneficiarse si se identifican cuales fuentes de agua presentan niveles de contaminación críticos e inapropiados, y se toman medidas correctivas para controlar las causas que provocan esa contaminación. El agua es única, su cantidad es fija y sin ella no hay vida (Eugen, 1999).
La medición de la calidad de agua serrana, es una estrategia factible para enfrentar la contaminación y posibilitaría un análisis minucioso de la situación que enfrentan las ciudades del valle. Las medidas correctivas una vez identificado el problema, garantizarían una oferta segura de agua para consumo humano tanto en cantidad como en calidad.