Tuesday, January 15, 2013

Las formas de labranza invasoras destruyen los recursos forestales en República Dominicana


Por Santiago W. Bueno-López

 No es el siglo XIX, y tampoco se trata de una invasión militar. De todos modos, este nuevo tipo de invasión, está causando estragos en los recursos naturales dominicanos. Recientemente estuve trabajando en el municipio de Restauración, en la provincia de Dajabón, y tuve la oportunidad de apreciar por primera vez la diferencia de los bosques en ambas naciones. En Restauración los bosques de pino criollo son majestuosos, con arboles esbeltos y altos. Del otro lado pude apreciar con mucho pesar como lucen de desoladas las montañas de nuestro país hermano Haití. 

 

Es bien sabido que la perdida de cobertura vegetal y del recurso suelo ha sido provocada por el mal manejo que se le ha dado desde tiempos inmemoriales a los recursos el país vecino. Y hemos sido testigos también de los graves problemas que ocasionan este hecho, provocando deslaves y pérdidas de vidas humanas; cuando las lluvias torrenciales en la temporada ciclónica arrasan con el suelo desprovisto de vegetación. Los habitantes de la isla no provienen de sociedades con conocimientos de silvicultura, y es inexplicable el hecho de que hayamos podido preservar el poquito de bosque que queda en esta parte de la misma.

 

Los dominicanos se jactan de pregonar sobre la diferencia que se aprecia en la cantidad de vegetación que existe entre los dos países y sin embargo, nuestros recursos comienzan a ser manejados de la misma forma abusiva que conduce a la desertificación. Para muestra basta un botón. En la fotografía más abajo se muestran dos montañas. La de la derecha fue tomada en Haití; la de la izquierda en el sur de nuestro país. Pueden notar diferencias extremas? Y no es asunto que debiera causar sorpresas, pues quienes están realizando la gran mayoría de las labores de campo son precisamente haitianos. Y lo están haciendo a la manera que fueron acostumbrados, y con la cual destruyeron los bosques y el suelo de su país, quemándolo todo previamente sin que se le salve nada.


Fotos: Luis Eduardo Peralta

Las autoridades responsables de salvaguardar nuestro medioambiente deben ponerse los pantalones y evitar que la invasión haitiana que viene causando el deterioro acelerado de nuestros recursos siga avanzando. Ellos ya acabaron con los recursos de su país y ahora vienen a acabar el nuestro. Y cuando todo esté destruido en este lado de la isla, no tendremos como ellos han tenido en Republica Dominicana, un lugar donde refugiarnos. No tenemos branquias y lo que nos rodea es agua de mar.

 

 

El Holocausto del Pino Criollo en Republica Dominicana


Por Santiago Wigberto Bueno-López

 
En historia se identifica con el nombre de “Holocausto”, al intento orquestado por Hitler, de aniquilar totalmente a la población judía de Europa. Unos 6 millones de judíos perdieron la vida. Así mismo como le “entro” Hitler a los Judíos, contrabandistas y regentes  inescrupulosos; bajo la mirada impotente, quizás inepta y a veces encadenada con complicidad de algunos fiscalizadores gubernamentales; le han entrado a las poblaciones de pino criollo, Pinus occidentalis, Sw., en La Sierra y otras partes del país, y lo único que se prevé en futuro no muy lejano, es la aniquilación de esta especie en las aéreas productivas. Esta especie con cuya madera se construyeron casas que hoy después de más de 100 años aún perduran, habrá que ir al Parque Nacional para verla, dice un amigo y ex viceministro de Recursos Forestales. 

Mientras el Plan Sierra fue regente único, se mantuvo un nivel ético adecuado en el manejo de los bosques de pino en la sierra. Se trabajaba con el afán de lograr la meta propuesta de que el 60% de esta región estuviera bajo cobertura boscosa. La difícil tarea de servir de intermediario tenía como prioridad, 1) lograr que los propietarios cumplieran los compromisos de mantenerse produciendo madera de manera perpetua; 2) incrementar las áreas de reforestación; 3) realizar las operaciones silviculturales respetando las decisiones técnicas apropiadas y 4) respetar las áreas designadas como zona de protección.

En el 2000 las autoridades adoptan una nueva ley forestal y se autorizan un sinnúmero de regentes con la potestad de presentar y ejecutar planes de manejo y planes de corta. Contrario al Plan Sierra, que contaba con un equipo multisectorial de profesionales para hacerse cargo del manejo del bosque; los regentes que surgen actúan en la mayoría de los casos, de manera individual, tienen lagunas técnicas y éticas considerables y no poseen un propósito silvicultural que les sirva como guía.   Aparentemente, la única meta es “cobrar” sus trabajos, cosa que se logra más fácil y en mayor cantidad extrayendo mucho volumen del bosque, sin considerar sus funciones ecológicas en el presente y futuro. Para lograr mucho volumen, deben extraer lo mejor del bosque, explotando y disminuyendo considerablemente el acerbo genético de las poblaciones de pino criollo. Nunca es bueno generalizar pero, así como lo hicieron las madereras en la primera mitad del siglo XX, los regentes que surgieron a principios del siglo XXI han “explotado” los bosques remanentes de pino criollo.

 


 Las autoridades fiscalizadoras no han logrado controlar la conversión de bosque a conuco y eventualmente a pastos. Según ellos, y quizás en eso tengan razón, no existe el apoyo logístico para lograrlo sin embargo, se otorgan permisos para cortar dos y tres arboles que luego se convierten en 10 o 20, y por ahí comienza el problema. Otra desventaja en la subsistencia del pino criollo, es que no se ha logrado establecer plantaciones exitosas que puedan competir con otras especies como el pino caribaea. La productividad de éste último en plantaciones, sobrepasa en mucho la de nuestro pino y por lo tanto, desde el punto de vista económico es preferido por parte de propietarios y administradores forestales. Esto ha resultado en el remplazo del pino criollo de bastas áreas que una vez ocupó de manera exitosa. Desde el Plan Sierra se han venido haciendo investigaciones con tal de mejorar el establecimiento de plantaciones de pino criollo pero los resultados de estas pruebas no han sido concluyentes.

Un viaje reciente de recolección de datos para fines de investigación forestal nos llevo en un recorrido por las principales aéreas de productoras de madera de pino criollo, en la zona norte del país. Exactamente estuvimos recorriendo las áreas productivas en los municipios de Jarabacoa, San José de las Matas y Restauración. El estado actual de esos lugares es extremadamente desalentador, siendo mucho más crítica la situación en San Jose de las Matas. En la mayoría de los lugares visitados en este municipio, el bosque de pino criollo ha sido remplazado por otras especies, pastizales degradados o por conucos, y donde quedan pinos endémicos estos son ralos, desatendidos y de mala formación.



Del holocausto de nuestro endémico pino criollo podría devenir la decadencia de nuestras zonas rurales. Para evitarlo necesitamos de mejor voluntad en el ejercicio de fiscalización, responsabilidad que recae sobre el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, sobre todo en lo que respecta a la supervisión de regentes, para que éstos últimos cesen de explotar y de minar lo que resta de nuestros bosques naturales de pino criollo. Se debe por todos los medios velar para que se cumpla lo acordado en los planes de manejo. A los contrabandistas debieran despojarlos de los camiones en los que se transporta la madera contrabandeada, para frenarlos aunque sea momentáneamente. Aunque las plantaciones del pino criollo no pueden competir en términos productivos con las de otras especies, estoy seguro que un programa agresivo de investigación en métodos alternativos de reproducción, especialmente aquellos que consideran la regeneración natural, nos permitirá encontrar las técnicas apropiadas para reproducir adecuadamente nuestro pino criollo. Estas acciones deben ser acompañadas de políticas apropiadas. Como es posible que si ocurre un incendio en un rodal, esta área no pueda ser intervenida apropiadamente? En el lapso de tiempo que transcurre hasta que se autoriza una intervención, se establecen especies indeseadas y las áreas se convierten en improductivas.

Debemos intentar por todos los medios traer de vuelta el “occidentalis”. Nos da la impresión de que ha sido abandonado a su suerte y este curso de acción que aparentemente han tomado algunos administradores forestales importantes, es inaceptable.