Por S. W. Bueno-Lopez
El casabe es un producto de gran impacto socioeconómico en la República Dominicana, debido a que un considerable número de familias obtiene su sustento diario con la producción de yuca amarga, el procesamiento, la industrialización y la venta del casabe. Asimismo, su venta en los mercados del exterior genera divisas a favor de la balanza de pagos del país. Sin embargo, cuando se considera su efecto en el medio ambiente, tanto la producción de yuca amarga como el proceso de industrialización en la mayoría de los casos, causan gran deterioro en los suelos donde se cultiva la primera y en los bosques rivereños que es de donde proceden la gran mayoría de la madera utilizada como combustible para los hornos productores.
Consideremos las procesadoras de casabe en la carretera Santiago-San José de las Matas. En los últimos 10 años estas se han multiplicado debido al aumento del tráfico por la carretera Santiago-San José de las Matas y las mejoras del casabe serrano. Sin embargo, la gran mayoría de la yuca es producida en zonas de altas pendientes, son suelos frágiles y donde no se aplican las medidas de conservación necesarias para evitar la erosión ni que los sedimentos alcancen los proyectos hidroeléctricos de alta inversión que se han levantado en la región.
Otra preocupación radica en la forma en que se procesa la yuca amarga. Como todos los miembros de las euforbiáceas, la planta de yuca produce una sabia que contiene el glucósido cianogénico que es venenoso al ser humano y los animales, por lo que se deben tomar medidas extremas de seguridad durante el proceso de su preparación en la industria del casabe. Este proceso no se realiza de forma adecuada y los humanos y animales quedan expuestos a la ingestión crónica de pequeñas dosis de tóxicos que, durante meses o años lesionarán al sistema nervioso central y al sistema nervioso periférico. Es casi seguro que no se utilizaban guantes impermeables durante el manejo, los trabajadores no se lavan adecuadamente al terminar su faena y las aguas residuales tóxicas se esparcen sin ningún control.
Todo el que transita por esta carretera puede observar las grandes cantidades de leña de diversas especies, incluyendo especies maderables preciosas listas para alimentar los hornos de fabricación. A saber, no se conoce de la existencia de fincas energéticas en la región que puedan ser las suplidoras de esta gran cantidad de madera. Cientos de metros cúbicos son consumidos semanalmente en la producción de casabe. Si consideramos que las especies de mayor crecimiento en la región lo que producen en promedio es 12 metros cúbicos por hectárea cada año, entonces debemos asumir que los bosques están siendo depredados de forma alarmante y con mucha falta de racionalidad.
Las autoridades de Medio Ambiente no parecen haber notado este proceso o lo han inadvertido con conocimiento de causa. Muchas familias dominicanos dependen de esta industria pero de la manera que se está procediendo no se prevé sostenibilidad para la industria misma ni para los recursos naturales que la sostienen. El país tiene zonas potenciales para la producción de yuca, como materia prima principal para la elaboración de casabe, pero no existe un protocolo para identificar estas zonas y un reglamento que limite la producción de esta en terrenos marginales. Desde finales de la década de los 70 se viene trabajando en el rescate de las zonas boscosas de las regiones críticas del país. Parece que hemos vuelto a desandar este arduo camino. La producción de madera para combustible debe regularizarse mediante la creación de las fincas energéticas que se plantearon hace más de tres décadas y alas que no se le dio continuidad.
Si la industria del casabe es buena en los aspectos sociales y económicos, debemos buscar la manera de que también sea amigable al medio ambiente, creando una fuente sostenible de madera mediante la creación de fincas energéticas, y haciendo eficiente el uso de los combustibles para los hornos. Las plantas leñosas son un recurso renovable pero deben ser manejadas de forma eficaz. Debemos reducir además la incidencia devastadora de la producción de yuca amarga en el suelo y su subsecuente efecto en detrimento de los sistemas fluviales, localizando suelos capaces de soportar el manejo intensivo requerido, e incorporando medidas para conservar este valioso recurso.
ME GUSTARÍA QUE REALIZARA UN ARTICULO SOBRE LA DEGRADACIÓN DE LA CAPA BOSCOSA DE LA ZONA DE LA LEONOR
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