Según los entendidos (Germanwatch Climate Risk Index, 2013), la Republica Dominicana es uno de los 10 países más vulnerables al cambio global climático en el mundo. El nivel de vulnerabilidad física es especialmente alto. Según la evaluación de vulnerabilidad llevada a cabo en el 2013 por USAID para África y América Latina, las proyecciones futuras para el país muestran cambios regionales y estacionales en las precipitaciones y las temperaturas que probablemente conducirán a más sequías en regiones áridas y precipitaciones extremas en las regiones meridionales. La preocupación prevaleciente aquí y en las demás naciones del mundo en lo que respecta al cambio climático global, ha despertado el interés de los gobiernos y la comunidad científica en trabajar mancomunadamente para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, así como también y bajo ciertas circunstancias, en la medición y estimación de la captura adicional de carbono por parte de la vegetación como parte de las reducción de estas emisiones.
Llegar a entender el ciclo del carbono, particularmente los impactos de las actividades humanas en la acumulación y flujo del carbono desde y hacia los depósitos naturales, es crítico para enfrentar el cambio climático. Dentro de los principales desafíos que deben superarse en primera instancia, está el desarrollar las herramientas necesarias para una correcta cuantificación y monitoreo de CO2 que es el principal gas de efecto invernadero en los depósitos de carbono. Gracias al apoyo del Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología y su Fondo Nacional de Innovación y Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDOCyT), el autor y líder del Programa de Investigaciones Silviculturales, Ambientales y Cambio Climático (PISACC), de la Vicerrectoría de Investigación e Innovación de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, diseñó y condujo un estudio donde se evaluaron dos metodologías que permiten la cuantificación de las reservas de carbono en la biomasa forestal aérea de Pinus occidentalis, Sw. Estas metodologías son conocidas en la comunidad científica como ecuaciones regresivas alométricas y factores de expansión de biomasa.
Para desarrollar los modelos alométricos de forma tal que se pudiera establecer la correlación del volumen del fuste principal de los árboles muestreados con sus ramas y follaje, fueron inventariados unos veinticuatro rodales naturales de esta especie endémica de la isla, en tres diferentes etapas de desarrollo (bosque joven, maduro y en desarrollo), en un aérea geográfica que abarcó desde la sección de Jicomé en San José de las Matas hasta Franco Bidó en Jánico. La biomasa y la concentración de carbono fueron medidas en cada uno de los componentes aéreos de estos árboles. También se desarrollaron los factores de expansión y se compararon ambas metodologías en su capacidad para estimar el dióxido de carbono equivalente (CO2) en la unidad de área base, la hectárea. Los resultados de la investigación muestran que las ecuaciones alométricas permiten realizar mejores predicciones que los factores de expansión de biomasa, mientras que la mejor combinación de variables independientes incluye el diámetro del árbol a 1.30 metros del suelo y la altura total del árbol. El mejor modelo matemático de los 30 probados para predecir la biomasa seca total en P. occidentalis, tomando como base los criterios estadísticos indicadores de mejor ajuste, es el modelo potencial, dentro del grupo de ecuaciones de regresión curvilínea.
Los rodales estudiados tienen en promedio unos 342 árboles por hectárea, con una biomasa fustal promedio de 94 toneladas (Ton.) y una biomasa aérea de 126 Ton. La fracción de carbono se cuantifico en un 0.49, lo que quiere decir que en el pino criollo, 49% del peso seco de la madera del fuste es en promedio carbono capturado. Se calculó que una hectárea de bosques de esta especie, fija alrededor de 226 toneladas de CO2 equivalente. Una hectárea (ha.) de arroz bajo riego produce aproximadamente 20 Ton. de CO2eq. En Republica Dominicana se cultivan en promedio 120 mil hectáreas de arroz que producirían alrededor de 2.4 millones de Ton. Si una hectárea de pino con densidad promedio captura 226 Ton. de CO2eq, y a principios del nuevo milenio se estimaba que en el país habían unas 300 mil hectáreas de pino, estas estarían capturando 67.8 millones de Ton. de CO2eq. Los rodales de pino criollo con densidades promedio están capturando entonces 28 veces la cantidad de CO2eq que produce el cultivo de arroz en el país.

Por otra parte, si se fuera a vender esta captura en mercados europeos, una compañía experta en el mercado de bonos de carbono, la Factor CO2, ha reportado en los últimos 6 meses un precio promedio por año y por tonelada de CO2 equivalente de $4.50. Si un propietario se decidiera a vender la captura de carbono que se logra en una hectárea de bosque en el área de estudio, percibiría hoy día un ingreso anual de unos $1,018 Euros o aproximadamente RD$ 60,642. Si comparamos este ingreso con lo que el propietario percibiría por vender la madera acumulada, la cual se estimó en unos 91 metros cúbicos y se acumuló en un periodo de no menos de 50 años, y teniendo en cuenta que en promedio un metro cubico se vende alrededor de RD$ 1,000, el propietario percibiría por concepto de la venta de madera en esa hectárea aproximadamente unos RD$ 2,000 por cada año que tuvo su bosque ocupando el terreno. Claramente resulta mejor para la lucha contra el cambio climático y para el bolsillo de productor, si el país logra que los productores preserven sus bosques de pino, colocando en los mercados de carbono la captura del CO2 equivalente, ya que en promedio el propietario podría percibir a partir de, vamos a decir 15 años, una suma mayor a la percibida por la venta de su madera.
Para desarrollar los modelos alométricos de forma tal que se pudiera establecer la correlación del volumen del fuste principal de los árboles muestreados con sus ramas y follaje, fueron inventariados unos veinticuatro rodales naturales de esta especie endémica de la isla, en tres diferentes etapas de desarrollo (bosque joven, maduro y en desarrollo), en un aérea geográfica que abarcó desde la sección de Jicomé en San José de las Matas hasta Franco Bidó en Jánico. La biomasa y la concentración de carbono fueron medidas en cada uno de los componentes aéreos de estos árboles. También se desarrollaron los factores de expansión y se compararon ambas metodologías en su capacidad para estimar el dióxido de carbono equivalente (CO2) en la unidad de área base, la hectárea. Los resultados de la investigación muestran que las ecuaciones alométricas permiten realizar mejores predicciones que los factores de expansión de biomasa, mientras que la mejor combinación de variables independientes incluye el diámetro del árbol a 1.30 metros del suelo y la altura total del árbol. El mejor modelo matemático de los 30 probados para predecir la biomasa seca total en P. occidentalis, tomando como base los criterios estadísticos indicadores de mejor ajuste, es el modelo potencial, dentro del grupo de ecuaciones de regresión curvilínea.
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Comportamiento de la variable dependiente, Biomasa Seca Total y las variables independientes volumen total, diametro a 1.30 metros del suelo y las variables combinadas dap y altura total. |
Por otra parte, si se fuera a vender esta captura en mercados europeos, una compañía experta en el mercado de bonos de carbono, la Factor CO2, ha reportado en los últimos 6 meses un precio promedio por año y por tonelada de CO2 equivalente de $4.50. Si un propietario se decidiera a vender la captura de carbono que se logra en una hectárea de bosque en el área de estudio, percibiría hoy día un ingreso anual de unos $1,018 Euros o aproximadamente RD$ 60,642. Si comparamos este ingreso con lo que el propietario percibiría por vender la madera acumulada, la cual se estimó en unos 91 metros cúbicos y se acumuló en un periodo de no menos de 50 años, y teniendo en cuenta que en promedio un metro cubico se vende alrededor de RD$ 1,000, el propietario percibiría por concepto de la venta de madera en esa hectárea aproximadamente unos RD$ 2,000 por cada año que tuvo su bosque ocupando el terreno. Claramente resulta mejor para la lucha contra el cambio climático y para el bolsillo de productor, si el país logra que los productores preserven sus bosques de pino, colocando en los mercados de carbono la captura del CO2 equivalente, ya que en promedio el propietario podría percibir a partir de, vamos a decir 15 años, una suma mayor a la percibida por la venta de su madera.